domingo, 20 de febrero de 2011

ESPÍRITU SANTO

16 Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: 17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. San Juan 14, 16-17.

Ya sabemos que el Espíritu Santo aparece frecuentemente en los evangelios, en las cartas de San Pablo y de San Juan, y sobretodo en los Hechos, que ha sido llamado por ello el evangelio del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo aparece en momentos clave:en nuestra redención,en la concepción virginal de María, en el bautismo de Jesús en el Jordán, en los comienzos de su ministerio, en el curso de ese ministerio en los labios de Jesús, en la muerte del Señor, en el Resucitado, en el momento de la ascensión, en el nacimiento de la Iglesia, el día de Pentecostés, en la predicación apostólica y en la formación de las primeras comunidades cristianas.

El Espíritu Santo parece ir realizando todo empezando por María, siguiendo por el propio Jesús y terminando por los cristianos y la Iglesia naciente. Es entonces el gran conductor e inspirador. Por ello también es el gran regalo que el Señor nos da, es el más precioso don que podemos tener los creyentes. Es el principio de toda fecundidad apostólica, es el que renueva, anima y empuja y lleva adelante toda obra buena. Es amor, gozo, luz y sobretodo experiencia.


Ahora bien, el Espíritu Santo, se nos ha concedido a todos en nuestro bautismo o sea, que desde ahí somos ungidos. Nosotros hemos tenido la gracia, en los Seminarios de Vida en el Espíritu, de recuperar nuestra fe y el saber que somos ungidos por el poder del Espíritu Santo. Por lo tanto tenemos que ser conscientes de que somos ungidos por Él. Y para que esta unción sea eficaz, el ungido  debe ser fiel a Dios. Si a ese don recibido no damos nuestra colaboración, se quedará escondido. El Espíritu no se va de la persona ungida, pero su acción queda limitada por la libertad humana.

Es esencial tener fe, la fe es confianza. Si yo tengo fe, es que me puedo fiar de Dios, y a medida de que yo abra mi corazón y me despoje de todo lo que me aturde, y deposite mi fe, confianza, obediencia, sencillez y me abandone totalmente a Él, mi vida cambiará y será una vida de entrega agradable al Señor. Entonces, la confianza supone apertura de corazon, disponibilidad, docilidad, obediencia, humildad, abandono y entrega.

Teniendo todo esto yo puedo invocar al Espíritu Santo. Porque así nos lo prometió Jesús (Lc 11, 9-13):
9 También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.10 Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.11 ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? 12 ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?13 Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan».

Por favor hermanos, que no nos cansemos de pedir el Espíritu Santo.

José.




2 comentarios:

  1. Jose, como el padre de Jesús, un nombre tan sencillo como tú. El Señor se fijó en tí por tu humildad.Gracias,ha sido una enseñanza muy ungida por el Espíritu Santo, estábamos necesitados Es verdad que tenemos que dejar actuar al Espíritu de Dios en nuestras vidas hacerle hueco,que tome posesión de su espacio,hacer silencio estar a la escucha, atento a lo que nos quiera trasmitir.
    ALABANZA Y GLORIA A DIOS.

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  2. No tengo palabras, me deja el Señor anonadada me desborda, no tengo capacidad para asimilar tanto, nó, por que el Señor no me lo dé, sino por que yó estoy saturada de este mundo, Señor ayudame a vaciarme para dejarte espacio a Tí.
    gracias y mil gracias por llamarme por mi nombre y darme,cuidarme, guiarme,tanto,y por esta familia cristiana.

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