jueves, 20 de septiembre de 2012

LA HIGUERA ESTÉRIL

Cuando yo era pequeña y algo me salía mal me costaba mucho deshacerlo y mi abuela siempre me decía que nadie me iba a preguntar el tiempo que habría tardado en hacerlo sino en como había quedado, esto me ha ayudado mucho a lo largo de mi vida y me he dado cuenta de que esto es lo que Dios quiere hacer conmigo y con cada uno de nosotros, no le importa el tiempo que tenga que emplear y las veces que nos tengo que deshacer lo que nosotros en nuestra inconsciencia hacemos hasta conseguir realizar la obra perfecta con la que él nos soñó y nos creó. Cuando repaso mi vida veo todo lo que Dios ha hecho en mí, a veces con dolor y sufrimiento, pero sé, como dice una canción, que mi vida triste ahora es feliz, porque Cristo ha tomado mi vida y no la quiere soltar.

El tema que el Señor me ha dado es “La paciencia de Dios nos salva”. La Palabra Lc 13, 6-9. “ La parábola de la higuera estéril “. - ¿Qué es lo que le pasa a la higuera? que después de tres años no ha dado fruto. - ¿Cual puede ser la razón de esto? Varias pueden ser las causas:
 a) Que tenga pocas raíces, las cepas son plantas diferentes , mucho más pequeñas, necesitan poco agua con lo que las raíces no deben ser profundas, en cambio la higuera es un árbol grande y necesita mucha agua para que la tierra esté blanda y puedan crecer y ahondar las raíces y hacerse un árbol fuerte y robusto.
 b) Está plantada en medio de una viña y se ve rodeada de cepas, se puede sentir sola, triste, no sabe porque es diferente.
 c) Que ella no sepa que fruto tiene que dar, solo ve a su alrededor cepas y que el fruto de estas son uvas y ella espera dar lo mismo y cuando nota las yemas de los higos en sus ramas los ahoga y no los deja salir. - 

¿Qué puede hacer el dueño?
 a) Le dice al viñador que la corte porque además está perjudicando el terreno. Cuando no doy el fruto que Dios quiere estoy dañando el terreno, daño a los demás.
 b) El viñador sale en defensa de la higuera y él mismo se compromete con ella a cavarla, abonarla y regalar para que dé fruto, para que se haga tan fuerte que cuando salgan los brotes no pueda ahogarlos y casi sin poder evitarlo salgan los higos, y reconozca el fruto que ella tiene que dar. Pero si pasado el año no los da le dirá al dueño que la corte, no dice que él la cortará porque así se asegura que al no hacerlo el dueño él podrá volver a interceder por ella un año más.

 Cada uno de nosotros somos esa higuera plantada en los campos de Dios y rodeados de otros muchos árboles y arbustos, pero sólo daremos fruto cuando el viñador, Jesús, nos envía el Espíritu para que nos cave, nos abone, nos riegue y cada uno dará un fruto diferente, pero será el fruto que el dueño del campo nos tiene asignado según el árbol que seamos, no debo fijarme en el fruto que da el que está a mi lado sino en el que Dios espera de mí.

LA PACIENCIA DE DIOS HARÁ QUE DEMOS FRUTO

Prado