martes, 12 de noviembre de 2013

Cuantas cosas nos sobran

Mc 6. 7-11 “Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas .Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».” Cada cosa a la que nos apegamos nos separa más de Dios, lo material y lo emocional. Pero suelen ser normalmente objetos materiales, los cuales llegan incluso a convertirse en un problema, ya sea de espacio, utilidad e incluso tiempo. Luego, varias de esas cosas se suelen convertir en vicios. Se esconden detrás de un gran número de de formas seductores, y no sólo eso, si no que son cosas aceptadas por la sociedad y nosotros mismos. Todas esas cosas las metemos debajo del nombre de la NECESIDAD. Pues Jesús no necesito de un ejercito, ni ostentosas apariciones públicas, ni campañas publicitarias. Al igual que el fue enviado por el Padre, también nos envío a nosotros y a sus discípulos. Ellos fueron enviados a dar gratis lo que se les dio gratis, con la humildad y la sencillez como mensaje primero. No tenían necesidades porque estaban llenos del mismo Evangelio. Y nosotros ¿Cuál es la necesidad que sentimos? Se puede sufrir una necesidad económica, sobre todo en estos tiempos que se nos han dado, una necesidad de salud,… pero, y las necesidades del corazón ¿son las de Dios o son las del mundo? Lc. 12, 23-24 “Porque la vida vale más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosecha, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!” Un niño pequeño si tiene sed no para de insistir, se pone pesado hasta conseguir agua. Que le alivia y calma. ¿Pedimos a nuestro Padre igual que ese niño? ¿Sabemos lo que pedimos? Los discípulos volvieron después de este envío contentos, con la certeza que en el nombre de Jesús, expulsaban demonios y realizaban curaciones, aun así no supieron pedir y necesitaron de la venida del Espíritu Santo para ir sin miedo a dar a conocer la Buena Nueva. Pues nosotros… Con la oración no debemos dejar de pedir a Dios que nos colme esa necesidad que, como creaciones suyas que somos, es querer encontrarle a toda costa. No estaremos completos hasta que no estemos junto a el. Es bello pensar que es así, como parte suya que somos, nos falta algo, esa cosa que mencionábamos al principio. Es lo que nos complementa y nos sacia como la sed de ese niño que pide y pide y pide. Sin más hemos de ver las señales que por ejemplo nos manda el Papa Francisco con la austeridad que nos propone y con las pistas de donde podemos encontrar esa parte que nos falta, en el necesitado, en el enfermo, en el que sufre. Otro ejemplo de humildad y desprendimiento, Jesús Sacramentado. En las exposiciones del Santísimo, es el mismo Dios quien se nos muestra vivo y presente de una manera sencilla. No lleva escolta ni séquito que lo custodie, sólo metal y un cristal. Con silencio, escucha, humildad. Cualidades que todo cristiano deberíamos atesorar. ¿Cuántos mantos llevamos? ¿Cuántos panes? ¿Cuántas sandalias de repuesto? … Entonces llevemos con nosotros la carga más ligera y liviana que se nos ha dejado, el Espíritu Santo. Esta cosa se nos dio gratis y gratis la tenemos que ofrecer a los demás para que pueda transformar los corazones de los hombres y cambiar el mundo. Que el mundo se convierta en el reino de Dios y podamos disfrutarlo aquí, como primicia de lo que se nos ha prometido como herencia. Para que todos podamos decir que Jesús es el Señor 1 Cor. 12,3. Desprendidos de todo lo que nos estorba y llenos del Espíritu Santo podremos caminar sin necesidades que nos cieguen y que nos agobien. Permaneciendo en la casa que siempre nos acoge, la Iglesia.
Gloria a Dios. Fran